La Plaza Mulato Gil de Castro se constituyó como foco cultural a comienzos de los años 80.
A partir de un terreno y una casa deshabitada que fueron remodelados y acondicionados, surge el espacio que albergó en sus comienzos al Laboratorio de Restauración y Conservación de Arte “Ramón Campos Larenas”. Luego, junto al Instituto de Arte Contemporáneo, donde fueron docentes y/o alumnos buena parte de los artistas plásticos chilenos de la época, se desarrollan galerías de arte, librerías, tiendas de artesanía, cafés, creando un lugar que dio nueva vida al barrio Lastarria.
Múltiples actividades culturales, artísticas, literarias y musicales se han desarrollado a partir de entonces en la Plaza.
En 1994 los creadores de la Plaza Mulato Gil, Manuel Santa Cruz López y Hugo Yaconi Merino, constituyen la Fundación Cultural Plaza Mulato Gil de Castro con el fin de dar cobijo institucional a los muchos impulsos culturales que venían desarrollando desde 1981 en torno a la Plaza en calle José Victorino Lastarria.
En abril del año 2001, se inaugura el Museo de Artes Visuales – MAVI, al interior de la Plaza Mulato.

The Mulato Gil de Castro Square was established as a cultural spot in the early 1980s.
From an uninhabited land and house that were remodeled, arises the space that sheltered the Laboratory of Restoration and Conservation of Art “Ramon Campos Larenas” in its beginnings. Then, together with the Institute of Contemporary Art, where many of the Chilean artists of the time were teachers and / or students, art galleries, bookstores, handicraft shops and cafes were developed, creating a place that gave new life to the neighborhood Lastarria.
Many cultural, artistic, literary and musical activities have since developed in the Square.
In 1994, the creators of the Mulato Gil square, Manuel Santa Cruz López and Hugo Yaconi Merino, gave life to the Cultural Foundation Plaza Mulato Gil de Castro in order to provide institutional shelter to the many cultural impulses that had been developing since 1981 around the square In José Victorino Lastarria street.
In april 2001, the Museum of Visual Arts was inaugurated at the Mulato Gil square.



















Plaza Mulato Gil de Castro.
Proceso de remodelación y construcción, 1980 – 1981, en adelante.
MULATO GIL: LA PLAZA
Desde antes de su fundación, en octubre de 1981, la Plaza Mulato Gil ya era mucho más que dos mil metros cuadrados de construcción. Los responsables de su planificación tenían un objetivo claro y puntual para este proyecto: el arte chileno estaría a cargo de darle forma y vida.
Los creadores de la Plaza Mulato Gil fueron Manuel Santa Cruz y Hugo Yaconi, hombres visionarios y generosos, que a través de sus ideas precursoras, dieron vida a este espacio de unión colectiva y reconocimiento identitario. Un espacio urbano que ha aportado mucho a la ciudad de Santiago, y en torno al cual se generó un verdadero foco de estímulos recíprocos, dando vida a un circuito cultural compuesto por galerías, talleres, teatro, música, tiendas, librerías, centros culturales, museos y más.
Son varios los nombres que, a través de los años, han evocado la Plaza Mulato Gil y su movimiento intelectual, artístico y social, convirtiéndola en un escenario obligatorio de su historia y su ficción. Destacadas figuras del medio cultural, como Enrique Lafourcade, Miguel Laborde, Fernando Sáez, Samy Belmayor, Patricia Ready, Diego Maquieira, entre muchos más, han descrito este espacio urbano como el centro de un Chile convulsionado que renacía de las cenizas entre estallidos de música, bailes y presentaciones de libros.
Gracias a este imaginario colectivo, existen momentos memorables que pasarán a la historia, como Nicanor Parra recitando poesía política; las presentaciones teatrales del Cristo de Elqui; la exposición al aire libre de las fotografías de Gema Swinburn; el Café de la Pérgola, con sus mesas de pintores por un lado y de escritores por otro; los conciertos de jazz; las obras de teatro; allendistas y pinochetistas en una atmósfera de discrepancia, pero también de respeto mutuo; reencuentros de exiliados que regresaban al país; gente ávida de gestar y reinventar la cultura y el arte. Las visitas ilustres de verdaderas leyendas también han pasado a ser parte del legado de la Plaza. Nombres como Gabriel García Márquez, Alain Touraine, Mario Benedetti, Mario Vargas Llosa, Arthur Miller, Bianca Jagger, Robert Rauschenberg y Oriana Fallaci llegaron alguna vez atraídos por la atmósfera del lugar. Así, durante las tardes de tertulias, encuentros y amistad, la Plaza se convirtió en una isla de alegría, en medio de una ciudad que apenas comenzaba a despertar del letargo de la dictadura.
Hoy, a más de tres décadas de su inauguración, sería imposible dudar de la esencia inclusiva y de su relación con la comunidad, en base a la cual este espacio histórico ha continuado creciendo y desarrollándose como parte fundamental del barrio, la ciudad y la identidad de todo un país.
MULATO GIL: EL ARTISTA
José Gil de Castro nació en Lima en 1785. Hijo de esclavos, llegó a Chile y residió en la ciudad de Santiago durante un tiempo, en una casa ubicada en la ladera oriente del cerro Santa Lucía, en la que hoy es la calle Victoria Subercaseux.
Fue uno de los retratistas más solicitados de esa época, con encargos para las aristocracias de Venezuela, Perú, Argentina y Chile. Entre otros, retrató a José de San Martín, Simón Bolívar, Ramón Freire y Bernardo O’Higgins, con quien mantuvo una gran amistad. Perteneció al Ejército de Chile como geógrafo, y fue responsable de trazar el primer plano de Chile para esta institución. Se presume que murió en su Lima natal.
El responsable del bautizo de la Plaza fue Ramón Campos Larenas, dueño del terreno y la casa que dieron pie al espacio urbano. Campos Larenas propuso el nombre escogido recalcando que “el Mulato Gil de Castro”, como se conocía al artista en aquel entonces, fue el mejor retratista de América Latina. Un genio que no tuvo profesores ni conoció Europa, y que gracias a su talento y a sus retratos, se conocen hoy en día los rostros de los libertadores. También hizo hincapié en que José Gil vivía en una chacra con su esposa, a pocos metros de la que hoy es la Plaza que lleva su nombre, lo que lo convertía aún más en el guardián perfecto del nuevo espacio urbano.